domingo, 10 de enero de 2010

Al borde de una estación me senté y lloré

¿Cuántos pasos hay desde mi cuarto hasta ese edificio azul, hasta esas rejas negras?
Un día de estos saldré por la puerta de mi casa, sin decir nada, a buscar esa melodía impregnada en las paredes de una de las construcciones más nostálgicas de Barranco. Me sentaré en uno de los bancos a mirar el escenario en que alguna vez un par de pies descalzos bailaron. Y yo tenía una canción en la mente que nunca terminaba mientras veía el espectáculo, muy bien confeccionado. El tiempo vuela, subrepticiamente, sobre nuestras cabezas, como una paloma, y de pronto sentí que me caía algo. Algo que cayó desde arriba. Y me quejo, me quejo. Como siempre imaginé, soy melancólica y lo seré siempre. Ahora no importa. El tiempo al pasar volando, me llenó de mierda.